jueves, 11 de agosto de 2011

Intolerante!


El o la intolerante, no importa. Las personas que, de alguna manera se puede decir que sufren la intolerancia, tienen ciertas características especiales, que vale la pena tener en cuenta y entender. 

Primero, no creo que se sufra, a menos que esté rodeada de emos o algún otro tipo de rareza social con alguna anomalía estructural mental importante que lleve a darles relevancia a los intolerantes. Los intolerantes no sufren, primero porque el fusible que manipula los sentimientos y las emociones se quemó, o hace corto. El intolerante no tiene filtro, solamente se contiene. No tolera y literalmente lo escupe. 

Si el intolerante se encuentra en un lugar de confianza o por el contrario, en un lugar donde no conoce absolutamente a nadie o incluso solo, su berrinche puede superar la medida sana de decibeles y sonar a un escandalete y enojo poco importante. 

Fuera de un berrinche habitual, el intolerante siempre, absolutamente siempre tiene un fundamento o una posición aceptable que justifique su enojo y/o molestia. Si lo atienen mal, es porque la persona que lo hace no tiene ganas de vivir, no sabe separar el trabajo de sus problemas hogareños, o simplemente es una frustrada de la vida cuyo único objetivo y entretención es complicarnos la nuestra. Acérrimo justiciero, el libro de quejas es el lugar preferido para escribir. Nunca va a tolerar cosas como un cambio mal dado, que le deban 10 centavos, o que le cobren un precio diferente al que le dijeron al principio. 

Por ejemplo, si tiene la desgracia el intolerante de cruzarse en su camino con un conductor torpe o lento provocando que retrase su valioso tiempo, el intolerante comienza a dar una serie de explicaciones por la cual el otro no puede mantener una velocidad prudente. No sabe manejar, (entonces que no maneje, porque sale justo a esta hora?), no tiene idea de cómo calcular las distancias, no sabe las reglas de tránsito y pobre del que alguna vez intentó tocarle la bocina al intolerante en un semáforo. El otro es siempre el apurado, estresado que no sabe medir sus reacciones. 

El intolerante no discrimina, solamente resalta las diferencias. Lo que pasa, es que el intolerante no resiste hacer un comentario digno de un ataque de la comisión directiva del INADI cada vez que ve algo que le parece desubicado. Desde gustos musicales hasta modismos lingüísticos, el intolerante es una especie de regulador de la moral y buen gusto. Corrige errores, marca tendencias, dice lo que se usa y cómo se usa, y obviamente siempre que algo te encuadre en un grupo social disminuido o tribu urbana te lo va a decir.
El intolerante no es que no te banca, es que no le cuadras. El no piensa que seas  lento, espera que te avives y lo hagas como corresponde o lo dejes que lo hace él, seguramente más rápido y bien. El intolerante no es que sea antipático, está apurado, y su tiempo vale. No te quiere escuchar decir la cosas que no te salieron o te cuestan, no sele ser un buen consejero. Simplemente da instrucciones de cómo hay que hacer las cosas, de ahí en más la responsabilidad es del otro.

No le vengas con cambios al intolerante, nunca entiende para qué son, salvo que los proponga el mismo. Las cosas si funcionan, están bien, y si no funcionan, te lo va a recordar absolutamente todos los días de tu vida. 
Al intolerante le embola el chusmerio, el puterío barato, las novelas centro americanas y los nenes. El intolerante no es irónico, se sensibiliza con el otro. No hay nada más motivador para un intolerante ver que alguien los escucha. Suelen dar discursos cortos y contundentes, en descripciones breves que siempre ridiculizan o causan la culpa del otro, el que causó la molestia, utilizando siempre dos tres palabras poco comunes, como para que sepas que el tipo tiene mundo, y dos o tres malas palabras, como para atontar las cosas y que el otro las pueda entender. Siempre hablan rápido, y terminan sus frases con una mirada amenazadora, o con un "no te digo yo!"

Dos intolerantes juntos, son peores que las viejas chusmas del barrio. Si uno viene de tener un desencuentro con la vida, el otro, obviamente siempre le va a encontrar la razón y a apoyar cada una de las teorías que concluyen en que el resto son todos unos completo incompetentes. El intolerante nunca tiene la culpa, es el resto el que choca con él.

El intolerante no tiene memoria, no se acuerda que fue niño, que fue adolescente, ni piensa que va a ser viejo alguna vez. Le molestan las pocas luces de los adolescentes, y como no entienden nada de nada. Cuando son felices porque hacen ruido y son unos descontrolados, cuando están tristes porque siendo tan jóvenes no sabes porque cuernos se deprimen. Cuando se enamoran, porque en realidad son unos pavos bárbaros que todavía no enfrentaron la vida y se hacen los noviecitos, y si están despechados o sufren por amor, no se bancan el estado depresivo compulsivo de los mismos por algo tan efímero y tonto como un amor adolescente. A los jubilados no se los bancan, para el intolerante debería haber calles, veredas, supermercados, cajeros automáticos e incluso autos para los jubilados, para que ellos tengan una vida más cómoda? No! para que no se metan en el medio y los atrasen! No es de malos, se trata de la practicidad de la vida. Como dije, tampoco se bancan a los bebes, y menos a los nenes. Si preguntan mucho, porque lo hacen y les molesta contestar obviedades a cada rato, si el nene babea, o se hace caca o vomita, porque mancha y encima tiene la particularidad de que siente que los olores se le pegan. Existe sin embargo, una salvedad: el adolescente tiene que ser su hijo, el jubilado su abuelo o su viejo, y el bebé el propio para que la tolerancia surja.
No todo es malo para un intolerante, como dije, el tipo intolerante suele ser muchísimo más feliz que el resto de los mortales. No es de los que se bancan la piedrita en la zapatilla hasta llegar a casa, se la sacan estén donde estén. Nunca se van a quedar con algo en la boca, lo escribirán, lo publicarán en Facebook, lo Twittearán, pero jamás van a dejar que ese pensamiento digno de un reclamo muera en su mente sin que alguien lo lea o lo escuche. 

Habilidad de abogado o dirigente piquetero, el intolerante a parte de no bancarse las obviedades del sistema y las redundancias, tampoco se banca la mediocridad y ni la desprolijidad al momento de hacer las cosas. No soporta los errores ortográficos, ni se banca a la gente que habla mal, la que no pronuncia las eses y al que le sobran, el que no acentúa bien las palabras, y ni hablar del que directamente nunca conoció las reglas de puntuación. Corrige, modela y acomoda. El intolerante jamás va a dejar en pié algo que está mal hecho, mal formulado o mal planteado. No de buena persona, simplemente le rompe la paciencia que las cosas estén chuecas, mal puestas, o que no se hagan como se suponen que tiene que hacerse. Si por ejemplo su lugar de trabajo hay un cuadro torcido, todas, pero todas las mañanas lo va a recordar.  

Pobres, pero con clase, cholulos jamás! nunca los vas a ver mirando Rial o Infama, ni ningún programa del estilo de Showmatch. Nunca van a usar zapatillas deportivas, ni mucho menos que menos escuchar música en la calle con un celular. Aunque no pueda decirlo en voz alta, el intolerante tiene varios métodos silenciosos de presentar su disconformidad, revolear los ojos, torcer la nariz o la boca o ningunear a la otra persona, para que quede claro, no te banca y sos increíblemente incompetente.

Fuera de eso, el intolerante suele ser simpático, divertido, perspicaz, buena gente, amigable y totalmente llevadero, y si no te lo bancas como es, problema tuyo, nadie te invitó ni te pidió que  lo hicieras, menos, que te tomes el tiempo de leer este blog.

No hay comentarios:

Publicar un comentario