martes, 24 de enero de 2012

Conjuntivitis.

Estar enfermo es horrible. Un asco. Pero peor que estar enfermo, es enfermarte de esas enfermedades berretas de las que no se muere nadie y que te agarran espontáneamente como quien se tropieza por la calle y termina con un esguince en el tobillo. Si, no jodan, hay enfermedades pedorras que solo están para romperte las pelotas. Un resfrío, paperas, llagas o aftas en la boca, diarrea, varicela, conjuntivitis, etc.

Lo peor es que siempre tenés un grupo de gente que se encargó de grabar religiosamente cada capitulo de “La Salud de nuestros hijos” en VHS y recordar los síntomas que nuestro querido Doctor Socolinsky, que en paz descanse, nos daba para saber si el nene tenía anginas, o solo era una  irritación por haber gritado como loco en la cancha. Gente que luego es adicta a Dr. House y cuando le tiras dos o tres síntomas ya te dan un presunto diagnostico de lo que podés llegar a tener.

Igual, siempre estar enfermo puede ser peor, porque podes llegar a necesitar ir a esos antros de la salud que llaman HOSPIT*LES (La sola palabra me causa nauseas) en donde haces una fila de una hora, en el mejor de los casos, en un lugar horrendo que se cae a pedazos, con agujeros en la mampostería que da la impresión que una rata se te cae en la cabeza en cualquier momento. Ni hablar si tenés “la suerte” de que justo sea la hora de darle la comida a los internados. Alguien de verdad piensa que esas ollas de leche caliente subvencionada son saludables?! Dios.  Para qué? solo para que te digan que el tarambano que jugaba a hacer un remake de “La Salud de nuestros hijos” tenía razón.

Además que, como son esas enfermedades berretas super contagiosas, nadie  se te quiere acercar, no te quieren mirar, y evitan usar las cosas que vos usaste, con el plus de que todo el mundo sabe cómo tratarlas. Ponete un Té en el ojo, pasate suave un pan de manteca, ponete hielo, tomá te con miel y limón, pasate suave una virulana por el cayo. TODOS, todos saben remedios casaron. Qué veían? La botica de la abuela!? Y después se jactan de sabiondos.

Enfermedades berretas que no te dejan hacer nada, pero que no te sentís mal como para no hacerlo. Para estar enfermo de verdad hay que tener algo que no te deje mover ni pensar. Conjuntivitis chicos no es una enfermedad, es un rompe pelotas en forma de bacteria. Eso es. Esta enfermedad es la reina del carnaval de las enfermedades inservibles. No sirve para nada, no es que tenés conjuntivitis una vez y no la tenés más como la varicela o la hepatitis. No es que te hace auto inmune a otra conjuntivitis. NO. Viene, te pone un ojo en compota, te deja en casa sin hacer nada, y se vá. No sirve, no ayuda, no te hace adelgazar, ni crecer, ni nada.

Tener diarrea es feo igual. Pero con la diarrea al menos podés justificar una actitud de incomodidad y el hecho de no salir de tu casa. Con la conjuntivitis no.
Si, tengo conjuntivitis. Ay, no es tan grave! No? Ojalá te agarre. 

martes, 3 de enero de 2012

Clientes

Los clientes son definitivamente una raza aparte. Todos los que alguna vez trabajamos atendiendo personas aprendimos que no son todos iguales, que todos tienen sus mañanas y pocos son los que no generan molestias.

En mayor o menos medida podemos dividir ciertos grupos de clientes, generalidades comunes a la hora de ver alguien entrar por la puerta, sentarse en nuestro escritorio, asomarse al mostrador, o ponerse en la fila de nuestra caja. Quienes son y cómo tratarlos, todo acá para ustedes.

El cliente Todo lo sé

Nada peor que ser cajera de supermercado, y que justo en tu peor día llegue por tu línea de cajas  una ex cajera, una supervisora de otra sucursal, o similares. Esos clientes que siempre saben lo que vos tenés que hacer y que seguramente ellos lo harían más rápido. Los que te recuerdan los códigos de los productos, los que te dicen cómo embolsar las cosas, los que te tiran un dato que tenés que saber sobre tal o cual supervisor, etc. Si son piolas, que es una variante poco común no hay ningún problema, pero lamentablemente la mayoría está enojado, según ellos siempre sos lento, y nunca te acordás de nada. Si sos empleado de banco, ellos siempre te van a sugerí r que cuentes la plata de tal o cual forma “porque ellos lo hacían así y despachaban al cliente más rápido”. Te recuerdan por qué parte del sistema tenés que hacer la consulta “A ver, abrí la ventana, no esa no, con F8, qué? No conocías ese acceso? Apretá F8, DE NUEVO, Ahí, ves? Bueno, colocá el dni..” Son los que están al día con las novedades y te las recuerdan “Porque viste que antes era por el DNI, pero ahora tenés directamente con la tarjeta magnética tenés todo”

El cliente que todo lo sabe es un verdadero desquiciado que no sabe dejar atrás el pasado, y que disfruta con hacerte pasar calor en la línea de cajas frente a tus supervisores.  Recomiendo: Sonrisa y aceptación. Después un muñeco vudú suele ser una buena forma de des estresarse.

El cliente que nunca entiende.

En la vereda de en frente al cliente que todo lo sabe, tenemos al querido cliente que nunca entiende. Ese que siempre le tenés que recordar que la verdura se la pesan en verdulería, el que tenés que recordarle como dar de alta la clave del home banking, al que SIEMPE PEOR SIEMPRE le tenés que recordar que solo con el DNI puede retirar el dinero. No hay nada peor que un cliente que por más que se lo  hayas explicado tal maestra jardinera a un nene que recién está aprendiendo a dibujar, por más que le hiciste un croquis, por más que le cargaste en su notebook con accesos directos las páginas en las cuales tenía que entrar siempre que viene por tu ventanilla es exactamente para la hacerte la misma consulta. No hay forma de que esta persona aprenda ni entienda el mecanismo de trabajo de la entidad.  Pero no solo esto es malo, por lo general, esta gente siempre es buena, amable, tranquila, serena. Nunca vas a poder justificar una mala reacción frente a ellos porque siempre son buenos por más que nunca entiendan UN POMO lo que les digas.
Qué hacer con estos clientes? Simplemente cierre la caja, salga para el baño, tire algo del escritorio y NO SE LEVANTE hasta que vea que alguien más los atendió. Sino, arriésguese a ser enjuiciado por asesinato premeditado sin móvil reconocible por el código penal.

El cliente ENOJADO

No importa si usted le brinda una solución, siempre que este personaje aparece termina pidiendo el libro de quejas, llamando al gerente/supervisor o tuitteando a más no poder sobre lo mal que lo atendieron, lo mucho que tardaron, o si la corbata del tipo que lo atendió estaba bien puesta o si parecía que salía de una joda. Vos podés darle todas las respuestas, sonriendo en cada una de ellas e incluso les ofreces regalos como biromes, descuentos, imanes, PEN DRIVES! Nada deja conforme a este tipo que parece estar empecinado en hacerte quedar mal. Siempre serio, con voz firme, nunca titubeante, el tipo parece saber que siempre hay algo que vos no sabes, y que nunca es suficiente lo que vos le digas. Es el mismo que por más que vos le jures que no tenés una moneda de 1 centavo van a hacerte un desplante MONUMENTAL acusándote de ladrón, de ventajista, defraudador de la confianza del cliente hacia el comercio.
Qué hacer en caso de que se presente? Simplemente sonría y espere tranquilo. La muerte nos llega a todos y de las formas más diversas. Trate de que no lo descubran.

El cliente que te ignora.

No es tan complicado, suele ser el que viene hablando por celular y no te saluda, te pregunta dos veces las cosas, no te mira, no te responde. El que saca los papeles y te señala lo que necesita mientras intentar atenderlo como corresponde y él sigue revisando las notificaciones de su Facebook en su Iphone . No te escucha, no sabe qué es lo que le explicaste, entra y sale apurado como si fuera  4 del mes y el lugar estuviera lleno murmurando cosas como “si, venir al banco es un dolor, pero bueno..” o “siempre me toca esta cajera que parece que nunca aprende, en fin …” por más que hayas hecho el trámite más rápido de tu carrera y con el lugar VACIO.

Cómo tratar a estos clientes? Aproveche, cóbrese un cheque, adósele una deuda, no le de las monedas, incluya en su compra los sanguches que tenía para su almuerzo. El nunca, pero nunca lo notará.

Estas son algunas generalidades de clientes que pueden presentarse a su trabajo. Tome en cuenta las recomendaciones, y busque siempre tratar de no dejar huellas dactilares en la escena del crimen.